Hoy lunes publico el último capítulo de Tais y la leyenda del farol nórdico titulado "El minotauro", incluido en el libro dosmásuna.
Esta misma tarde tendrá lugar el sorteo entre los seguidores de este Blog. El premio como ya sabéis es un ejemplar en papel del libro de relatos dosmásuna.
El ganador será anunciado el miércoles día 29 de marzo de 2012 en este Blog.
(Gracias por seguirme)
El minotauro
Esta misma tarde tendrá lugar el sorteo entre los seguidores de este Blog. El premio como ya sabéis es un ejemplar en papel del libro de relatos dosmásuna.
El ganador será anunciado el miércoles día 29 de marzo de 2012 en este Blog.
(Gracias por seguirme)
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Tais y la leyenda del farol nórdico
El minotauro
Tais
quedó esperando y observando al gato encaramado al árbol. La noche no parecía
nada extraña, o al menos no tenía nada de nuevo: los mismos sonidos propios del
campo. La misma oscuridad propia de días de luna nueva. Y los mismos miedos
agazapados en las sombras de los árboles que se mostraban dibujando los
monstruos que ella llevaba en su cabeza.
Tom
volvió con la misma sonrisa y el mismo gesto de amabilidad inquebrantables.
-Aquí
tienes, el viejo Fran ha salido a pescar, en noches como esta suele ir al lago
porque mantiene que es la única oportunidad que tiene de poder dar pesca a un
pez con el que, yo creo, incluso, habla.
-Podíamos
ir- dijo Tais encendiendo el cigarrillo como si este acto le hubiera producido
la fuga de sus temores.
-El
viejo Fran no quiere que nadie le moleste en las noches que va al lago, dice
que el pez al que persigue huele a otros a leguas y no se digna en aparecer. Yo
le he preguntado que si huele a otros cómo es que no lo huele a él- se detuvo
Tom y fue a sentarse frente a Tais en una butaca mecedora-, y ¿sabes qué me
contesta siempre que le hago esta pregunta?- esperó Tom una respuesta; Tais
hizo un gesto con la cabeza negando, y él siguió-, siempre dice que su olor es
inaccesible a los peces, o a cualquier tipo de animal que en la tierra viva, e
incluso- se ríe en este punto, con su peculiar sonrisa, que al principio me
daba miedo, ya no, la costumbre, ¿sabes?- a los hombres. Yo no lo creía pero
con el tiempo fui dándome cuenta que Fran carece de olor alguno, al menos del
característico que tenemos los humanos. Él no tiene olor, cosa extraña.
-Sí,
es algo extraño- dijo ella acabando su cigarrillo, buscó un lugar donde
deshacerse de su colilla y Tom se adelantó para decirle que no se preocupara
que ya lo hacía él, así que cogió la colilla y fue dentro de la casa para
deshacerse de ella. Tais miró a la oscuridad impenetrable del bosque y se
estremeció al ver dos refulgentes luces que desde la profundidad la observaban.
Se
sobresaltó con la vuelta de Tom que apareció con el sigilo característico en
él.
-Perdona,
¿te he asustado?- preguntó acercándose por la espalda a Tais.
-No-
respondió ella sin darse la vuelta.
La
mano de Tom fue a parar sobre el hombro de Tais, cuando se dio la vuelta el
minotauro estaba allí.
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