Letras tu revista literaria

miércoles, 11 de abril de 2012

CAPÍTULO III DE "ASÍ EN EL CIELO"


Ante todo (no será la excusa que tengo para meter mi nariz achatada y pequeña en lo que no me llaman), he de presentarme si quiero que se me reconozca como el narrador de ésta peculiar historia que tuve la suerte, en parte, de conocer y vivir en propia carne, nunca mejor dicho hasta que ésta, la carne, fue a parar al lugar al que todas la carnes de este mundo (matadero) irán a parar más tarde o temprano.
Podría encabezar cada página con una alusión a algún paisaje como por ejemplo:
En la calle, a lo lejos, cruza un perro, por su apariencia dubitativa podemos afirmar que es un perro callejero; un vagabundo se acerca a la puerta de la iglesia, la única que hay en el pueblo, los feligreses se dirigen a su encuentro con dios. Las calles quedan desiertas. El coche de la patrulla de policía se dirige, también, a la iglesia. De él bajan dos agentes, uno joven o al menos más joven que el otro que sin ser un anciano ya se averiguan en sus rasgos los efectos del paso del tiempo. Cae la tarde y el sol deja su rastro anaranjado sobre los alfeizares de las ventanas de las casas que se asoman, unas frente a las otras, a la única calle que atraviesa el pueblo.
Esto quedaría posiblemente muy lírico pero yo no soy del todo partidario de estas estrafalarias formas. Así que voy a ir al grano, como ya he dicho varias líneas antes. Vayamos al concreto pues: mi nombre (aunque no sea trascendente en otras circunstancias, lo es en ésta desde el momento en que pasa a ser una parte activa de la misma; la relevancia de mi nombre y apellidos está marcada desde el preciso momento en que pertenezco a la historia que a continuación van ustedes, lectores, si tienen paciencia con mis divagaciones, a leer), es Leopoldo Alas Clarín, he de aclarar que no tengo alas ni toco clarín alguno, y, que yo sepa, no tengo parentesco alguno con aquel escritor español, del que no he leído ni una letra y del que tampoco tengo la certeza de que exista; a lo mejor este nombre es sólo el seudónimo que utilizaba algún escritor o escritora; si antes de acabar el relato lo averiguo prometo decirlo para conocimiento de los lectores, que espero, sepan quién utilizaba ese peculiar nombre, perdonen mi ignorancia.
Hecha la presentación paso a lo que me ha traído a estas páginas. Tengo que decir que voy hacer el intento de narrar lo más fidedignamente los hechos acontecidos hasta el momento en que este relato pase el relevo a otra manos, quizá más dignas de escribir esta historia descabellada.
Era tarde avanzada y la gente del pueblo salió de la iglesia y como cada día se dirigió al lugar correspondiente; las mujeres a sus respectivos hogares, los hombres a la tienda cantina que había en aquella pequeña aldea de menos de doscientas personas. El sol hizo su último guiño y dejó paso a la media oscuridad del ocaso.

Continuará próximo capítulo el lunes día 16 de abril de 2012


Así en el cielo novela de Salvador Moreno Valencia: http://www.alvaeno.com/asienelcielo.htm