Letras tu revista literaria

domingo, 1 de octubre de 2006

No me gustan los días de lluvia

He venido para acabar contigo. No es el tiempo lo que necesito para hacerlo, es la razón para verte caer entre mis manos.
Estaba lloviendo aquel día. Tú te habías enfundado en ese horrible impermeable amarillo. Estabas, en el fondo, atractiva con él, aunque lo que realmente te hacía bella era la forma en la que te calabas el sombrero, levemente caído hacia la izquierda.
Sí, fue aquel día. Aquel maldito día lluvioso. Todo se estropeó cuando te empecinaste en hacerme ver que los días de lluvia son maravillosos.
Las calles estaban abarrotadas de coches y de paraguas. Todo el mundo corría y tú hacías que perdiera la paciencia, siempre lo hacías. Eras una experta en ponerme de los nervios.
No, en el coche no vamos, iremos caminando. Llovía a mares. Yo estaba empapado hasta los huesos. Odio los impermeables y los abrigos y las gabardinas y los sombreros. Todo lo que a ti te encanta. Tú, siempre tenías el armario repleto de abrigos, gabardinas, impermeables y sombreros de colores.
He deseado tanto que llegue este momento. He soñado tantas veces con verte sucumbir entre mis dedos. He perdido el sueño tantas noches pensando en este maravilloso momento, que ahora que te veo escurrirte, lentamente, entre mis dedos, como una serpiente se escabulle entre los matorrales, siento delirio de placer al ver como tus ojos desorbitados se pierden en la oscuridad de esta noche.
Sí, aquel día lluvioso, te empeñaste en ir a casa de tus padres. Sabes perfectamente que nunca les caí bien. El caso que a mí tampoco me hacían mucha gracia. Odio las hipocresías y a ellos a hipócritas no hay quien les gane. Eso debe ser genético, porque tú eres tan hipócrita como ellos.
Me amabas, siempre decías lo mismo, yo te quiero mucho, más que tú a mí. Siempre me subestimaste, insultando mi inteligencia como el que se toma un café y se queda tan pancho.
Pero esta noche he venido para acabar contigo. Alguien te ha visto salir de un bar con ese hombre, al que has despachado cuando he llegado.
Alguien te habrá visto entrar con él en tu casa y alguien le habrá visto salir de aquí esta noche. Que casualidad, llevaba puesta una gabardina como la que yo traigo puesta esta noche a pesar del odio que les tengo.
Nadie me ha visto entrar y seguro que nadie me verá al salir, tengo la coartada perfecta, ni siquiera estoy en esta ciudad.
Y tú te quedaras ahí tumbada en la cama, estrangulada con restos de semen en tu vientre. Pero ese semen no es mío, es una prueba contundente para que le carguen tu muerte a ese pardillo. Cuando venga la policía y el forense tomarán huellas y evidentemente encontraran la eyaculación de ese tipo sobre tu monte de Venus. Qué pena me das. Aunque no debería de compadecerme de ti sino de mí.
Ya no te podrás poner ese horrible impermeable amarillo. Ya no podrás calarte el sombrero con ese arte que tenías, ya no podrás jamás intentar convencerme de que los días de lluvia son maravillosos.
Voy a abrir las puertas del armario para que todos esos horribles trajes y abrigos, impermeables y sombreros puedan verte tumbada en la cama con los ojos desorbitados y tu pelo púbico mojado con el semen de ese tipo al que te estabas follando cuando llegué esta noche para acabar contigo.

© Salvador Moreno Valencia

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