Letras tu revista literaria

miércoles, 3 de octubre de 2007

Sexo ciber-mético


Me gustaría hacer el amor contigo esta noche, pero ante la imposibilidad de tener contacto físico, tú y yo sentémonos delante de nuestras computadoras y participemos en una sesión de sexo cibernético.

Las flores en el jardín dejaron de florecer hace tiempo; en la avenida ya no hay autos, tampoco bicicletas; mi amor se esfumó como todo, ahí fuera, se ha evaporado con la niebla.

Me gustaría hacer el amor contigo esta noche…

Lo peor de ser una esquina es que siempre se te mean los perros encima.
Al menos la farola ilumina la noche, meada por cientos de perros, pero iluminada por tan sofocante lluvia dorada.

Caminar por las aceras en las grandes ciudades es algo que puede llegar a convertirse en un verdadero peligro: si no pisas una mierda de perro pisarás otra.
Ellos, los dulces perritos, no son responsables, sin embargo, sus dueños sí lo son; los mismos que se autodefinen como seres racionales: ¿dónde está su raciocinio?

Los ojos del delfín, fin…
Como luciérnagas en la media noche
iluminan los rincones de la escollera,
mar y buzo, pez linterna,
en la cantina un ranchera
y en los peces…

Pero un día, al amanecer, el primer hombre que decidió actuar contra la necedad humana, le plantó cara al mundo y detuvo toda su actividad “productiva”.
Como un virus que se propaga de unos a otros su actitud se extendió por todo el planeta, y mujeres y hombres dijeron al unísono ¡BASTA!
Construyamos juntos un mundo de igualdad y justicia, un mundo sin fronteras donde los seres humanos tengan igual derecho, un mundo donde no exista la exclusión social ni la pobreza.
Sí, gritaron: ¡BASTA YA DE TANTA DESTRUCCIÓN Y BARBARIE!
Sí, gritaron: ¡YO NATURALEZA!

©alvaeno