Letras tu revista literaria

jueves, 29 de enero de 2009

Reflexiones en el limbo se proclama en huelga

Estimados lectores del Limbo en Reflexiones, el autor de este blog, se declara en HUELGA, durante una temporada. Voy a dejar de escribir por el momento aquí, otras ocupaciones más deshonestas que éstas de escribir, y más renumeradas me han seducido por la indigente cifra de 800.000 reales, mientras, lo único que tengo que hacer es practicar el sexo. Y que conste que es el mismo vaticano el que pone la mano.
Hasta siempre compañeros.

Tais, seguirá los derroteros que el resto de mis quince libros (mal escritos?), en el cajón de sastre que Pandora me regaló una noche allá por el mil y pico antes de C, porque podría haber sido antes de J pero no fue así, y es en esto que estoy disfrazado de pervertido al que enloquecen las ropas intimas femeninas de color naranja. Y me doy de bruces en el suelo en este mausoleo del mundo donde la maldad se nos merienda cada día a destajo, y donde los que todavía no ha sido devorados afeitan sus barbas como hacía mi vecino, porque no hay nada mejor para un ignorante como yo que recurrir, como los hizo nuestro querido ZP, al refranero. Lo dicho: con pan y cebollas estoy de no ganar un duro hasta la... polla, porque no poner la palabra que define al pene, a la picha, al cipote etc, me parece absurdo, y sin pelos en la boca, porque todavía no me he comido un coño (no se apuren, no me he vuelto loco, y no se molesten por mi lenguaje soez, que me deje pelos en la punta de la lengua para ir luego escupiéndolos a la cara de esos cabrones que sin reparo alguno se quedan con lo que no es suyo, y no contentos con ello, por si las moscas, de paso, arrasan con la vida de miles de inocentes. Y luego nos da asco pensar que los chinos comen ratas. Y peor todavía imaginar que el pollo que te venden en los restaurantes de los citados, es rata, gato, o la puta madre de un sionista, y que las costillas tan ricas y tan buenas(bromeaba un escritor chileno que conocí una vez, personalmente, y que ahora tengo en mi lista de amigos del cara libro de los cojones, y al que no he vuelto a ver desde hace cinco años)son de los chinos muertos que nunca vemos, quiero decir en los tanatorios porque venden sus cadáveres, no para costillas, sino para quemarlos, con tal de que el que los compra pueda enterrar a sus muertos de un modo (ilegal en China), pero acorde según sus antiguas tradiciones.
Luego me vienen con que el ser humano es un cúmulo de virtudes? No me jodan, sí, hoy tengo una de malaleche, no se cansen, ni ellos, ni ellas, sino cosotras y cosotros, no es un error ni tipo, ni otro, gráfico, es una palabra que me acabo de inventar, que otro día si vuelvo a escribir sobre el farol y Tais, os digo qué significan, ambas con su masculino y femenino, y a follar que son tres días, perdón que no me pega este lenguaje, dirán algunos, como si al que subscribe, a estas alturas, le importase lo que piensen cosotras o cosotros, vaya a cambiar mi existencia cuestra opinión y me deshaga, luego, en perdones y disculpas como si fuere, o fuese, o siguiere, o siguiese, siendo gilipollas.

Así que Tais compró el puto farol nórdico sin saber lo que le deparaba el destino, pero esto tampoco lo habría soñado incluso sin haberlo comprado.
Se encendió la luz del farol, Tais se quedó perpleja porque aquel acto no había sido obra de sus actos, ni de sus dedos, ni de su mano, ni de su brazo; había sido el efecto de la acción de unos dedos, una mano, y un brazo que no le pertenecían a ella, sí era él, el portador de la garra de acero que sin dudarlo ni un segundo aferró el cuello de Tais y comenzó a estrangularla…

martes, 6 de enero de 2009

Tais y la leyenda del farol nórdico

La clase

En la escuela saludó, al llegar, al director, Antony Mardigan, que estaba a punto de jubilarse y que había sido el único director que aquella escuela rural había tenido. Tuvo una directora hacía mucho tiempo, justo antes de que llegase Antony al pueblo destinado desde la gran ciudad, Wiquita que se encuentra al norte de Mutter, pueblo que ahora la recibía en su papel de profesora de los niños de infantil. Tenía a su cargo la clase 4C, veinticinco entre niños y niñas, donde las segundas eran más numerosas que los primeros.
-¡Buenos días señor Antony!- saludó educadamente Tais.
-¡Buenos días señorita Tais!- respondió son su característica sonrisa el director.
-¡Buenos días Anny!- saludó Tais a Anny la otra profesora que tenía a su cargo otros veinticinco niños, pero estos de primaria 3ª.
Los demás profesores y profesoras saludaron al unísono de forma automática.
-¡Pero Tais!- dijo el director-, ¿qué tienes ahí?- dijo dirigiendo su mirada hacia el farol que Tais asía en su mano derecha.
-Nada importante señor Antony, un farol que el tendero de la carretera me ha vendido- respondió Tais sin darle importancia a la antigualla que acaba de adquirir.
-Déjame verlo- se adelantó Anny casi arrebatándole el farol de la mano-, ¡no puede ser esto es un farol nórdico!- dijo Anny ya con el farol en su poder-. Sí es un auténtico farol que se usaba en los países nórdicos en los siglos dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y principios del veinte, aunque todavía lo usan en algunas granjas, pero muy al norte, ahora es más una pieza decorativa, cuyo valor es exiguo. En su tiempo fue la forma de iluminación por excelencia en aquellos países- terminó Anny, dando por sentada su erudición sobre el farol, no en vano era la profesora de historia. El director le arrebató el farol a ésta y lo observó detenidamente y dijo:
-Yo he visto este farol en algún sitio, pero no recuerdo dónde- se rascó la cabeza como si con ello consiguiera traer a su memoria el lugar donde había visto el farol. Desistió y lo devolvió a la mano de Tais que un tanto extrañada, los miraba a ambos. Sonó la campana para entrar en clases, y tras su sonido el aire se llenó del murmullo que hacían los niños, mientras en fila se dirigían a sus aulas.
Tais fue por el pasillo hasta su aula, entró y puso el farol sobre la mesa. Los niños esperaban expectantes que comenzaran las actividades que los viernes solían realizar desde que Tais llegara al colegio, al principio del curso, hacía ya tres meses y habían pasado las vacaciones de navidad. Guardaron silencio y todos quedaron como hipnotizados mirando el farol. Objeto que a ellos les producía cierta curiosidad, más por su aspecto, original y muy poco visto por aquellos lugares, tan alejados del lugar de donde provenía el objeto. Así que Tais no tuvo más remedio que intentar explicar a los niños lo que la señorita Anny le había contado minutos antes.
Y los niños embobados escucharon qué utilidad tenía el cacharro, y de dónde provenía éste. El farol pronto quedó relegado a un objeto más de la clase y los niños y niñas comenzaron las actividades del viernes. Poco antes de terminar la clase, Tais repartió las chucherías que acostumbraba a dar los viernes. Cosa que generó una gran algarabía entre los chiquillos.
Tais volvió a la casa que había alquilado al lado del lago. Colocó el farol en su dormitorio y decidió pasara la tarde paseando por los alrededores del lago donde un frondoso bosque se asomaba dejando que los árboles de la orilla se mirasen en el espejo de aquellas aguas.