Letras tu revista literaria

martes, 6 de enero de 2009

Tais y la leyenda del farol nórdico

La clase

En la escuela saludó, al llegar, al director, Antony Mardigan, que estaba a punto de jubilarse y que había sido el único director que aquella escuela rural había tenido. Tuvo una directora hacía mucho tiempo, justo antes de que llegase Antony al pueblo destinado desde la gran ciudad, Wiquita que se encuentra al norte de Mutter, pueblo que ahora la recibía en su papel de profesora de los niños de infantil. Tenía a su cargo la clase 4C, veinticinco entre niños y niñas, donde las segundas eran más numerosas que los primeros.
-¡Buenos días señor Antony!- saludó educadamente Tais.
-¡Buenos días señorita Tais!- respondió son su característica sonrisa el director.
-¡Buenos días Anny!- saludó Tais a Anny la otra profesora que tenía a su cargo otros veinticinco niños, pero estos de primaria 3ª.
Los demás profesores y profesoras saludaron al unísono de forma automática.
-¡Pero Tais!- dijo el director-, ¿qué tienes ahí?- dijo dirigiendo su mirada hacia el farol que Tais asía en su mano derecha.
-Nada importante señor Antony, un farol que el tendero de la carretera me ha vendido- respondió Tais sin darle importancia a la antigualla que acaba de adquirir.
-Déjame verlo- se adelantó Anny casi arrebatándole el farol de la mano-, ¡no puede ser esto es un farol nórdico!- dijo Anny ya con el farol en su poder-. Sí es un auténtico farol que se usaba en los países nórdicos en los siglos dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y principios del veinte, aunque todavía lo usan en algunas granjas, pero muy al norte, ahora es más una pieza decorativa, cuyo valor es exiguo. En su tiempo fue la forma de iluminación por excelencia en aquellos países- terminó Anny, dando por sentada su erudición sobre el farol, no en vano era la profesora de historia. El director le arrebató el farol a ésta y lo observó detenidamente y dijo:
-Yo he visto este farol en algún sitio, pero no recuerdo dónde- se rascó la cabeza como si con ello consiguiera traer a su memoria el lugar donde había visto el farol. Desistió y lo devolvió a la mano de Tais que un tanto extrañada, los miraba a ambos. Sonó la campana para entrar en clases, y tras su sonido el aire se llenó del murmullo que hacían los niños, mientras en fila se dirigían a sus aulas.
Tais fue por el pasillo hasta su aula, entró y puso el farol sobre la mesa. Los niños esperaban expectantes que comenzaran las actividades que los viernes solían realizar desde que Tais llegara al colegio, al principio del curso, hacía ya tres meses y habían pasado las vacaciones de navidad. Guardaron silencio y todos quedaron como hipnotizados mirando el farol. Objeto que a ellos les producía cierta curiosidad, más por su aspecto, original y muy poco visto por aquellos lugares, tan alejados del lugar de donde provenía el objeto. Así que Tais no tuvo más remedio que intentar explicar a los niños lo que la señorita Anny le había contado minutos antes.
Y los niños embobados escucharon qué utilidad tenía el cacharro, y de dónde provenía éste. El farol pronto quedó relegado a un objeto más de la clase y los niños y niñas comenzaron las actividades del viernes. Poco antes de terminar la clase, Tais repartió las chucherías que acostumbraba a dar los viernes. Cosa que generó una gran algarabía entre los chiquillos.
Tais volvió a la casa que había alquilado al lado del lago. Colocó el farol en su dormitorio y decidió pasara la tarde paseando por los alrededores del lago donde un frondoso bosque se asomaba dejando que los árboles de la orilla se mirasen en el espejo de aquellas aguas.

2 comentarios:

Antonio Cardador dijo...

Hola paisano de Fuengirola. Me ha gustado mucho tu blog. Te invito a que te pases por mi blog sobre poesía y me des tu parecer. Un saludo.

http://cardador-ventana.blogspot.com

Alejandra Menassa dijo...

Hola Salvador: te conocí por Bohemia, los dos publicamos allí. Un saludo y felicitaciones por el blog