Letras tu revista literaria

sábado, 9 de abril de 2011

Ardientes como estrellas fugaces


Recorrer tu cuerpo lentamente, acariciar cada poro de tu piel, besar, mordisquear tus labios encarnados, surcar como un velero en alta mar tu cuello y seguir con la corriente hacia tus pechos, besar tus tiernas fresas maduras, morderlas con ritmo acompasado al movimiento de tus caderas.

Recorrer tu espalda hasta quedar varado como una sirena sobre la playa de tus nalgas, respirar la fragancia de tu piel, ir modelando tu cuerpo con mis manos hasta acariciar tu erótico pubis, morder tus pezones que ya erectos y duros me subliman, mientras mis dedos se hunden en las profundidades de tu sabrosa humedad.

Ir con picos hasta arriba y con la lengua recorrer tu cuerpo para ir como un aventurero a parar en la puerta de la vida, esa vulva que invita a la pasión, al caos, al deseo de tomarte, de penetrar en tu morada para hacerte sentir como si subieras a lo más alto de una torre.
En mi pene la dureza es suavizada por tu boca, y en la mía tus labios inferiores, tu vagina desbocada como tú galopando sobre mí, amando y ansiando el leve roce de mis testículos en tu ano que abro con los dedos y que acaricio con la yema de los mismos.

Mi sexo entra en el tuyo suavemente hasta alcanzar la cima, y sube y baja y lentamente los dos nos emborrachamos de placer hasta caer rendidos: ardientes como estrellas fugaces.

Del poemario Amante Cibernética