Letras tu revista literaria

domingo, 25 de noviembre de 2012

Poemas del poemario "Enredos salvajes en las olas encrespadas de tu vientre


Salir del sueño desde el sueño
Fotografía E. de Juan

Despiertan los órganos
Como si alguien hubiese pulsado
El resorte que los pone en marcha.

Acelerados e iracundos
Parecen abismarse
Y preguntas:
¿Será esto el fin?

Nervioso te diriges al baño
E intentas exorcizar  los demonios
Que en tu interior se devoran.
La náusea es la antesala del tránsito, dices:
Esto es el trance final.

Salir del sueño desde el sueño I

Fotografía E. de Juan

El aire parece turbio
Como si un gigante de un soplo
Lo hubiese enmohecido.
Salgo del sueño desde el sueño
Mi cuerpo se debate
En una especie de agonía
Todo en él parece haber sido activado
Mediante convulsiones y espasmos,
Frío, ahora,
Luego, al instante,
Calor; más frío luego
Para ir al fuego.
Febril miro mis ojos
Que se escurren
Hacia abajo en la taza del váter
Donde un leve intento de vómito
Se descompone.

Salir del sueño desde el sueño II


Traficantes de sueños
Prostitutas en la calle Montera
De Madrid al cielo
Por diez euros
En las esquinas
Jóvenes mujercitas
Hacen felaciones.

Calle Montera
Prostitutas en la noche
Venta de oro
En el día.
Será por el sol que reluce como “El Dorado”.

Las cucharas afiladas
las nalgas embutidas
en medias-pantalón
Prietos culos, tetas duras mirando al cielo
De Madrid.
Proxenetas en las esquinas trafican
Con cuerpos primaverales
Retoños que caen al suelo desde el cielo
De Madrid
Sin que Mestre los delate
Mientras Henry Miller
Se debate
En su Trópico de Cáncer.
Las cigarreras ya no venden cigarrillos
Venden oro en las mañanas
Por la noches felan bastos,
Mirando al suelo
de Madrid
Sin llegar jamás al cielo.

Salir del sueño desde el sueño III



Henry Miller se debate
En el Trópico de Cáncer
la señora radiofónica
Parece haber secuestrado
A su interlocutor
Porque no lo deja hablar.

El día se olvida
y la cantante
no se digna a decir esta boca es mía
quiero que la beses para ti.
El aire está envenenado
Me sangra la nariz
Las cervezas cremosas
Caen del barril sobre brillantes ojos de cristal
En La Inquilina los relojes hace tiempo
decidieron detener el tiempo.

Salir del sueño desde el sueño IV


No tengo tiempo
ni para perderlo ni para encontrarlo
El egotista lame sus heridas
no deja que las otras lenguas
laman otras yagas.

¡Ay egotista, ay, el gran egotista del mundo!

Bajan por la rambla del mundo
los egotistas
para robar las palabras
y secuestrar las lenguas.

La tierra resurge
bajo el manto de hormigón
en un rincón de alguna ciudad del mundo
alguien acaba de matar a su prójimo.
¡Ay egotista, ay el gran egotista no deja soñar!

Hay una mujer, desnuda, en el pasillo


Hay una mujer desnuda en el pasillo,
Cuando me cruzo con ella
-por el simple hecho
de que los cuerpos que
En sentido contrario caminan,
hacen eso: se cruzan-,
Solo la esencia
De la profundidad
De sus cristalinos queda.
No queda otra cosa
que esa esencia
mientras yo, aturdido,
miro por encima
de la tapia de un cementerio
crecer, dentro,
las olas en los muertos.
Hay una mujer desnuda en el pasillo
pero de su paso
en nuestro cruce
solo queda la esencia
como una frecuencia
que eternamente
vagará por el infinito
de sus profundos ojos
que me observan
desde el lugar lejano en el que habitan.
Hay una mujer en el pasillo, desnuda,
como venida al mundo
por vez primera,
una mujer que me sueña
haciendo de mi presencia
el sueño de millones
de galápagos,
como si la nada
fuera el único fin
que los moviliza
allá en las playas
para emprender el regreso.


Poemas incluidos en el poemario Enredos salvajes en las olas encrespadas de tu vientre, de Salvador Moreno Valencia que en breve podréis bajar en Internet, totalmente gratis.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Humo, mucho humo



Hoy he visto el humo, pero no había balas, y sí mucho conformismo... otro día sigo porque me he bebido unos vinos a vuestra salud, ¡jeahhhhhhhhhhhhhhhhh…!


He mareado la perdiz y tras-tras o a uno más, vinos-vimos, no sé realmente si había mil, o "simplemente" 5 millones de seres paseando por las calles, un paseo celestial a las puertas, nunca mejor dicho del cielo.



No me avergüenzo de decir lo que siento, y tampoco lo que pienso, y es cierto, hoy he visto humo pero no había balas...


No, no quiero más cifras, ni quién se lleva el gato al puto agua, solo quiero que te enteres que tu voz, tus reivindicaciones, se las pasan por los cojones, y sí, he visto hoy mucho humo pero no había balas, sino mucho conformismo, joder, hasta cuándo...


Fue bueno mientras duró... un coito es el intervalo entre una... y un... para necoitos fueron 10, para nicoitos fueron 20 así es la espasmódica reality relaiyt-vi- dad...



Vi algo en el pasillo, pero al final en la penumbra me percaté de que era una sombra, bueno, sí, era mi otro que deambulaba por el lado oculto de la luna, y sí, mejor dicho no, no era yo sino mi otro yo que acaba de llegar de una manifestación, y me dijo: <<Éramos por lo menos 30 y mil...>> cerró los ojos y vio, yo no vi más que la propia penumbra y mi sombra que se fugaba con ella...

El hombre que vendió al mundo, comió cerezas y escarchó peras, y manipuló manzanas y luego diluyó gotas de AIDS sobre unos fuertes y sanos seres y los condenó a ser esclavos de algo parecido a la esperanza... Hoy he visto mucho humo pero no había balas...

Definitivamente vi humo, mucho humo allá donde comenzaba una hoguera que los escépticos extinguieron hace mucho siglos, sí, definitivamente había mucho humo pero no quedaban balas...




domingo, 11 de noviembre de 2012

El loco que paseaba con pájaros





¡Oh no! qué ha pasado
estás llorando y apenas te puedes
mantener de pie...
sigue, ahí está el cielo
quizás era lo que estabas buscando
no, ¡eh!¡ no! quizás ya no eres 
lo que estabas buscando…

Y tú, sí, tú empecinado en lo mismo
ni siquiera te diste cuenta
pero tenías que hacerlo, sí, 
solo era eso, no más
qué más podías hacer
sino quedarte despierto
mirando como Bily subía las escaleras
de 47 escalones
para al final mirar, pero qué mira Bily
desde el cielo sin estrellas
nada, no mira nada, porque
nada hay que mirar ya...

Caminaba como ido
sin saber el significado de las cosas
y sin embargo...
miraba, y el mar parecía hablarle
y el cielo parecía abrazarle
pero era feliz así
no había nada que reprochar
al mundo ni a la vida
todo era como debía ser
y así
una mañana
unos tipos de blanco
se lo llevaron
pero seguía siendo feliz
a pesar de haber tocado
la parte más mísera del ser humano.

Siento correr tus lágrimas
bajan pacientemente
por tus pálidas mejillas
pero no gritan
no piden
no imploran
no dicen
no gritan
no lloran
no piden
no imploran
como si ya nada esperaran
del mundo
ni de los hombres
como si ya hubieran dado por hecho
la barbarie que se avecina.

Poema de mi último poemario sin título inédito.


viernes, 2 de noviembre de 2012

El hombre alienado




I

Si lo sé, ya ni me acuerdo.
¿Es que debo recordar algo?
Podría recordar una tarde lejana,
la luz brillando con intensidad de otoño.

También podría recordar
una tarde de verano,
primavera, o invierno.
¿Qué importa?

Sin embargo, recuerdo el cielo envenenado.
¿Qué importa recordarlas?
Una tarde, o tantas otras,
tengo la certeza de la mentira.

¿Nos mintieron siempre, nos tomaron por idiotas…?

II

Que así fue,
no lo dudo, aunque no lo recuerde.
Nos insultaban constantemente,
nos humillaban…

Intentaron dejarnos claro su poder,
sucumbimos derrotados,
alienándonos
delante de grandes focos halógenos.

Se extendieron las guerras
donde negras moscas se afanaban
sorbiendo vísceras de inocentes.
Inocentes, inocentes, siempre inocentes…

Naufragábamos, naufragábamos y occidente sufría de depresión colectiva.

III

Occidente, mientras tanto,
paseaba en grandes superficies,
construidas para el consumo,
donde se ofertaban objetos inservibles.

¡Espejismos! ¡Espejismos!
Reflejados en los espejos
de la alienación.

Corría la gente como loca,
las tiendas muy iluminadas,
las luces casi mágicas
espantaban las moscas de la depresión.

Los suicidios hacían cola en los cementerios.

IV

Caía la tarde,
la noche abría sus fauces,
y casi sin avisar
nos devoraba a todos.

Las noticias de cualquiera
de los cientos de canales de televisión
informaban de estadísticas,
cifras escalofriantes sobre suicidios.

La gente, sobre todo, la más joven,
no tenía grandes aspiraciones,
una vez acabados los valores,
y abolido el pensamiento.

La noche abría sus fauces, devoraba el conocimiento.

V

La guerra seguía engordando
moscas en las eternas siestas
de cadáveres.

En los grandes almacenes
la gente huía despavorida
del fantasma de la depresión.
Era otoño, podía haber sido invierno, verano, primavera.

Pero la luz indicaba que era otoño,
así que era otoño, y la luz caía menos vertical,
inclinada como una lanza partiendo el tiempo.

Y las noches seguían llegando sin avisar devorándolo todo.

VI

Vendría el invierno,
las noches se echarían como aves rapaces
sobre cabezas vacías
de transeúntes vacuos.

La guerra seguiría golpeando,
lejos, muy lejos;
tras pantallas de plasma
donde expertos narraban,
con igual desparpajo,
las atrocidades de los efectos
de la barbarie bélica como
las alegrías por los goles que encajaban,
un equipo u otro, en su lucha
por ganar la liga de fútbol.

Del poemario 13 Náufragos de Salvador Moreno Valencia.