Fotografía de E. de Juan
abre los pétalos la flor ante la fina lluvia de tus ojos
y en la ventana caen sobre su tallo…
de avena cortado por los delirios del viento
como un grano de trigo que cae limpio al ser aventado por el hombre…
(poema incluido en mi novela Buscando Versos malditos)
Letras tu revista literaria
martes, 23 de febrero de 2010
martes, 16 de febrero de 2010
Gatos que en celo se deslizan por los tejados
Cuando sueño con tus besos/ besos de farra y trasnoche/cuando me hundo en tus brazos/ siento que el mundo se rompe/ vierte en mi vaso el tequila/ que nos dará la medida/ de enfrentar esta batalla/ cuando ya no nos queda vida/.
Poema incluido en mi novela Buscando versos malditos
Fotografía E. de Juan
martes, 9 de febrero de 2010
La luna oscura de tus labios
El amor es sin ti/Una luna oscura/El amor es sin ti/El comienzo de esta locura/Llena esta copa camarera/Que los ángeles me esperan afuera.
Poema incuido en la Novela Buscando versos malditos, de Salvador Moreno Valencia
Fotografía E.de Juan
viernes, 29 de enero de 2010
La leshe en polvo
-Te han dicho alguna vez que eres la leshe en polvo, o un polvo de leches?
- Bueno sí. Una vez me confundieron con una vaca, y otra (en el colegio cuando yo tenía cinco años), me dieron leche en polvo, y yo no supe qué hacer con ella, así que me la comí con el agravante de que se me quedaba pegado, el polvo de la leche, al paladar, y no veas lo mal que lo pasé; ese día decidí fugarme de la escuela, y lo hice llevándome de compañero a un gitano (que algunos años más tarde, en una discoteca en la que yo también estaba, pero ya sin que nos reconociéramos, el gitano, le metió tres puñaladas a un compañero de mi clase, un tal Cerezo, más bueno que el pan y que aquel sábado había decido ir por primera vez a la discoteca, teníamos 18 años, el joven Cerezo murió, el gitano, cómplice de mi fuga infantil, fue a la cárcel).
Aparecimos, el gitano y yo, aquel día de la fuga cuatro o cinco horas más tarde, y a mí me calló la de San Quintín y todas las tempestades juntas. No volví a tomar leche en polvo nunca más.
Cuando yo ya había olvidado el episodio de la leche en polvo, la fuga y la paliza que me dieron, consecutivamente, primero mi madre y más tarde, cuando regresó del trabajo, mi padre, me encontré por la calle con un tipo con semblante de malo, como avinagrado de carácter, y alguien que estaba conmigo en ese momento me dijo: ese es Er Cano, el gitano que mató al pobre Cerezo. Y recordé el día de la fuga, la jauría de perros que nos acompañó, compuesta por galgos, al menos a mí me lo parecieron porque estaban esqueléticos; mi padre tenía un galgo al que se le notaban las costillas, y no era de no comer, que eso creía yo, era de constitución como decía mi padre que era cazador aficionado. Y acompañados de aquella jauría y con la ilusión y la candidez propias de esa edad, nos recorrimos el futuro asesino y yo los ríos del pueblo donde nos habíamos ido a vivir por cuestiones de trabajo, decía mi padre, y de progreso, remataba.
Ni Er Cano, ni yo en aquella inocente fuga, podíamos haber imaginado que un día, él se convertiría en asesino y yo en escritor, o lo que es lo mismo: en dos fracasados del Sistema que nos intentó amamantar tardíamente y como queriendo expiar sus pecados ( y las atrocidades que había cometido, y que en menor medida seguía cometiendo), dándonos por las mañanas, nada más llegar al colegio, un vaso de plástico y una cazo de leche en polvo que debíamos mezclar y diluir para tomar, con el fin de convertirnos en hombres hechos y derechos que pudiéramos servir a dios y a la patria.
Er Cano y yo probablemente nos torcimos porque no nos bebimos la leche, pero sí mamamos la mala leche.
sábado, 23 de enero de 2010
Pensamientos de un nihilista en pos de matar la literatura
A Vila- Matas por
El mal de Montano
Si pusiera el mundo a mis pies, ¿sería una estrella, un meteorito, muertos hace quince millones de años?
Soy un gusano en la manzana hueca del tiempo.
¿Pienso luego existo
la muerte homicida del pensamiento
dejo de pensar luego ya no existo?
Soy un espermatozoide entre millones de espermatozoides
luchando por fecundar el óvulo, pero sólo uno logrará conseguirlo.
Desde el principio estamos condenados a la supervivencia.
¿Piensan los espermatozoides luego existen?
¿Tienen los espermatozoides el mal de Montano?
viernes, 22 de enero de 2010
La manzana podrida
Ahora que soy un gusano dentro de la gran manzana
Ni siquiera puedo llegar al corazón.
salvador moreno valencia
Fotografía E. de Juan
lunes, 18 de enero de 2010
La calle tiene gatos y espejos…

y en la maraña de la niebla
tus ojos miran al infinito
buscando el rostro del niño.
(Poema incluido en la novela Buscando versos malditos)
Fotografía de E. de Juan
miércoles, 13 de enero de 2010
Buscando versos malditos
Tengo el alma desnuda
sin piel
Sólo huesos en mi corazón.
Este es un poema que he incluido en mi novela "Buscando versos malditos"
Fotografía de E. de Juan
sin piel
Sólo huesos en mi corazón.
Este es un poema que he incluido en mi novela "Buscando versos malditos"
Fotografía de E. de Juan
sábado, 2 de enero de 2010
martes, 8 de diciembre de 2009
Una brillante hoja azulada
Luminosa Filamento, Fluorescente Long, Lucecita Mesillas, Plafón L.V. Baños y otros objetos de la casa iban a tener la oportunidad de ser los únicos espectadores invitados al desenlace de aquel plan que urdido a ultranza tanto de él, su mi hombre, como de ella, su mi mujercita, tenía intención de llevar a cabo el subconsciente de ésta.
Él como cada mañana, salió de casa a las claras del día, se puso su gabán por el que ella había puesto tantas veces los gritos en el cielo, o mejor dicho había elevado al cielo sus sordas plegarias para que él dejara de ponerse aquella cosa que a ella la exasperaba, no ya por la apariencia en sí, sino por lo que para él significaba emocionalmente hablando, como si ella se hubiera propuesto como objetivo de su vida conseguir ver a su hombre apartarse de lo que la prenda significaba, y quizá fuera esa batalla perdida de ante mano la que en ella, es decir, en su subconsciente, hubiera encendido las ganas de venganza alimentando un odio desaforado tanto a la gabardina como al que cada día como si de un ritual se tratara se la colocaba hiciera o no frío.
De modo que así presenciaron Luminosa Filamento y sus compañeros de luz, días antes de que ésta, Luminosa fuera reemplazada por las manos de uno de los hombres del servicio técnico, la realización del plan, vieron cómo ella ejecutaba el plan concebido siendo ajena al mismo y como una enajenada mental asió el mango de un objeto que tan sólo Fluorescente Long supo reconocer. Su filo azulado brillaba en la media penumbra de la tarde, antes de que ella se decidiera en ir pulsando con pasión y como una loca los interruptores para iluminar toda la casa, pero aquella tarde en la que el sol ya era una anécdota que probablemente se repetiría al día siguiente, ella, sí, su mi mujercita no hizo lo que venía haciendo con un rigor inusitado desde que entrara en aquella casa, hacía veinte años o casi, porque ella ya lo había olvidado, había sido absorbida por el agujero negro de los días repetidos, constantes y parsimoniosos en los que se dedicó a esperarlo a él, sin más plan que el esperar que el día siguiente se repitiera con la misma cadencia suicida.
La oscuridad se hizo por completo como si a Filomena y a los otros objetos luminosos les hubieran vendado los ojos filamentosos, el sonido del ascensor sonó como lo había hecho cada noche a la misma hora en que él regresaba a casa desde hacía veinte años o casi, ni él ni ella recordaban ya el tiempo que hacía, la cotidianidad los había atrapado a ambos dejándolos relegados a ser seres indiferentes tan poco distintos de los objetos que los rodeaban, también indiferentes al mundo, al paso del tiempo, y al pasado, al presente y al futuro, ajenos a todo cuanto les rodeaba, y contemplando sin estupor ni sorpresa el acto final de la vida de aquella pareja burguesa de clase media.
Y ella, su mi mujercita oculta en las sombras espera sin saber qué o a quién, y sin pensar en el por qué de su acto, de su acción como si la venganza anidara en su corazón desde el principio de los tiempos. Él que tras su meticulosa búsqueda de la llave la introduce en el ojo de la cerradura como si Plinio estuviera allí enviándole un mensaje por el ojo de la aguja, miro hacia el oeste, y bajo el único rayo de sol que a través del ojo pasa, hay un secreto enterrado, que no es otro que la verdad de la existencia de los hombres. Él, su mi hombre abre al fin la puerta de la misma forma que siempre, da la espalda a la oscura entrada, pulsa el interruptor para iluminarla, y cuando el pequeño aplique se enciende un rayo de luz azul rasga la tela de su gabán, y como un río de recuerdos cae sobre sus pies un líquido pegajoso y rojo, y luego como un trueno en sus oídos, y otro rayo de azulada transparencia lo parte en dos, cuatro, seis, ocho partes que para él, su mi hombre se convierten en infinitas partes que se comienzan a diluir en el río que a sus pies corre. Vencido ya ante la rutinaria hoja azul que lo traspasa sin piedad una y otra vez, y en un último intento de salvarse arroja su gabán a las fauces del monstruo que hoy lo vino a esperar y éste todavía más salvaje lo convierte en un montón de jirones, al gabán y a él: jirones de tela y carne que quedan esparcidos sobre el suelo.
Ella, su mi mujercita, ya enloquecida totalmente comienza a encender las luces golpeando los interruptores con rabia mientras se asesta rápidos y contundentes saetazos. Luminosa Filamento ilumina la escena, Fluorescente Long hace lo mismo, y todos, incluso Lucecita Mesillas son salpicados de un líquido pegajoso y de color rojo.
Luminosa sólo recuerda la mano del hombre del servicio técnico asiéndola sin cuidado y lanzándola al cubo del reciclado de cristales.
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