La espera en el callejón sin salida de la botella,
y me dormía con el dulce sabor de sus labios ausentes.
La veía en los cubitos
de hielo en el vaso de ron:
onírica;
fundición, fragua de mis deseos.
La aspiraba en cada calada de cigarro,
llenaba mis pulmones de ella,
tosía en las noches frías
sin su boca en mis labios.
La llenaba lentamente
de líquido de Baco
y vaciaba su interior en el callejón sin salida
de la botella que me absorbía.
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